En la prolífica generación de las 32bits, sagas como Resident Evil o Silent Hill hacían las delicias de los amantes del, hasta entonces, poco explotado género del survival horror. Durante esa y la siguiente generación, otros juegos y sagas se sumaron a lo que ya era un género que atraía a millones de jugadores, ávidos de pasarlo mal delante de la pantalla, sin ser meros sujetos pasivos como en las películas, sino siendo partícipes de la resolución de los puzles y misterios que se nos proponían en aquellas enervantes aventuras.

Pero, sea por cambios de género o de estudio, la realidad es que poco a poco la senda de dichas sagas varió, y muchos usuarios añoran ese saborcillo de los Silent Hill originales. Si bien no podemos decir que el género esté en crisis, y entregas como Resident Evil VII o Resident Evil 2 Remake han contentado a los que no terminaban de estar satisfechos con el rumbo de la saga -el Resident Evil 3 Remake es otra historia-, es cierto que con la de Konami no es que se pueda estar o no contento, sino que simplemente anda desaparecida. A pesar del devenir irregular del género en su vertiente más comercial,  en el panorama indie los survival horror si que estan viviendo cierta  estabilidad con notables ejemplos como Remothered Tormented Fathers, o el propio título que nos ocupa.

En ese contexto, Abramelin Games nos trajo el año pasado Injection π23 ‘No Name, No Number’ -primero para PlayStation 4 y después para PC-, un sorprendente survival horror con todo el sabor de los clásicos y con un valor añadido para el mercado español: los sucesos ocurren en un pueblo de Málaga. Ahora, poco más de un año después, hace lo propio en los circuitos de la consola de Microsoft.

Desde el mismo momento en que ejecutamos el juego y navegamos por sus opciones, ya somos conscientes de la intención de Abramelin Games con una amplia gama de controles a elegir entre los que se encuentra un sistema de cámaras fijas con control tipo «tanqueta». Al igual que en las ediciones previas, no han querido escatimar en ofrecer al usuario todo cuanto estuviese en su mano.

Esta gran personalización del control ayudará para enfrentarnos a los múltiples enemigos que además reaccionarán de diferentes formas ante nosotros. Pueden verte, escucharte o “percibirte”. Y si bien encontraremos enemigos contra los que estaremos bastante expuestos y deberemos echar mano de todo el ingenio y habilidad posibles, no será así con otros personajes que se utilicen como mecanismo para el desarrollo de la historia. Esta lo hará por medio de cinemáticas en momentos concretos o por el descubrimiento de diversos textos repartidos por el escenario, que nos ayudarán a ir dilucidando el misterio en el que nos encontramos y la críptica historia a la que nos enfrentamos.

También se hace uso de múltiples items para recuperar salud, curar el envenenamiento o la resistencia. Tenemos items para poder salvar partida en los puntos de guardado correspondiente, lo cual sucederá normalmente al final o al comienzo de un capítulo entre los que se divide el juego.

Abramelin Games no ha escatimado en utilizar todos los recursos, referencias y opciones que se le han ocurrido y han tenido a su alcance para hacer que Injection π23 sea la experiencia más completa y más satisfactoria para los amantes de los survival clásicos que un juego independiente pueda otorgar.

Durante las 20 horas que aproximadamente puede llevar completar el juego, o las alrededor de 50 horas que nos llevaría completarlo al 100%, nos acompañará una sensación de agobio e indefensión constante, alimentada por la sensación de soledad en el pueblo de Villanueva de la Tapia que, ojo, se trata de un pueblo real, lo cual puede animar a más de un jugador a hacer una visita a este pequeño pueblo de alrededor de mil quinientos habitantes. Y es que además da la sensación de estar allí realmente y no ser un lugar genérico creado al que se le ha puesto el nombre de una ubicación existente. No podemos olvidar la curiosa sensación de encontrarnos por primera vez a los mandos del protagonista, mirar la calle, los edificios, e incluso el mosaico de las aceras, y decir «pues sí, esto es un pequeño pueblo de Málaga».

La historia comienza ya de forma bastante onírica, con una mezcolanza de vídeos y narración aparentemente inconexos y abstractos, hasta el momento en el que la historia en sí arranca con nuestro protagonista saliendo a la calle tras determinado suceso. Al salir nos encontramos de golpe con ese ambiente de soledad y agobio comentado y tan bien conseguido, se nos muestran las calles de Villanueva de la Tapia con sus calles, sus casas y negocios, con una pequeña particularidad de la que seremos conscientes nada más comenzar: todas las viviendas tienen el número 23 en su puerta.

Nada nos llevará en una u otra dirección más que nuestro propio afán de exploración. Iremos encontrando pistas, textos, desatándose ciertos sucesos, y, por supuesto, puzles, algunos de ellos bastante difíciles y que supondrán un reto.

El juego está dividido por capítulos, pero como ya hemos comentado la partida no se guarda por el mero hecho de avanzar de uno al siguiente, y hay que tener mucho cuidado con ello, porque podemos llevarnos la desagradable sorpresa de superar por fin un capítulo y morir en el siguiente para darnos cuenta de que debemos volver a empezar desde el capítulo anterior.

Técnicamente las versiones anteriores tenían altibajos y en Xbox One los mantiene, con detalles que rozan a muy buen nivel alternándose con otros más escuetos, pero siempre por encima del aprobado. Teniendo en cuenta el pequeño equipo que ha desarrollado el juego, sin embargo, no podemos más que sentir asombro ante el nivel técnico conseguido. Tanto visual como sonoramente, con una banda sonora que, de nuevo, nos recuerda poderosamente a Silent Hill.

Injection π23 se trata de una rara avis hoy día. Un proyecto modesto en cuanto a recursos pero que gracias al apoyo del programa PlayStation Talents ha pudo ver la luz y posteriormente aparecer en más plataformas, y tener el broche perfecto gracias a los portales «Pon Voz Tu Juego» o «DeVuego» que han servido de plataforma para llevar a buen puerto un doblaje de cierta calidad que no hubiese sido posible en principio para este pequeñísimo estudio.

En definitiva, Injection π23 es un survival horror que nos devuelve todo el sabor de los clásicos, cuya inspiración es clara y no se esconde. Técnicamente de contrastes por su naturaleza de videojuego desarrollado por un pequeñísimo estudio independiente, alterna detalles ciertamente escuetos con otros que lucen muy dignamente. Abramelin Games ha querido utilizar todos los recursos y mecánicas a su alcance para hacer la experiencia lo mejor posible para el usuario final, y además con un broche magnífico que ha sido el lanzamiento en todas las plataformas del mercado, a excepción de Nintendo Switch. Si eres amante del género, no tienes excusas.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Abramelin Games