Es viernes, 18 de marzo de 2005. Regresas a tu casa con un tesoro debajo del brazo. En otras ocasiones estarías haciendo planes para arrancar el fin de semana por la puerta grande. Los amigos y el ligue de hace dos semanas quedan en un segundo plano. Este viernes es diferente. El mítico cubo rodando en forma de ‘G’ salpica tu televisor de plasma. Has desprecintado con sumo cuidado el último en sumarse a tu colección de videojuegos. Se llama Resident Evil 4. Sabes que es esperadísimo, pero todavía no eres consciente del valor histórico que tomará en los años venideros. Pronto se convertirá en un mito del género que muchos intentarán imitar.
Es viernes, 17 de marzo de 2023. 18 años han transcurrido desde entonces. Resident Evil 4 se hace mayor de edad con un remake que está a la altura de la leyenda. Mucho ha cambiado desde entonces. El avance tecnológico y las novedades a nivel mecánico influyen sensiblemente en esta nueva versión. Es la aventura de Leon en la España profunda que conocíamos, solo que ahora percibimos cientos de matices que aportan profundidad a la obra. Todo nos resulta familiar, a la par de novedoso. Un tándem de sensaciones que no hacen más que sumar en positivo a las bases de un clásico atemporal.
Un remake espectacular
Y es que desde el primer minuto de juego transmite un respeto completo a la obra que representa. Lo hace trasladando desde una aproximación moderna las particularidades de la jugabilidad del original. Leon es lento, torpe, incluso para recargar existen varias animaciones según la situación en la que nos encontremos. No somos un tanque imbatible como en Resident Evil 6 o el par de entregas de la subsaga Revelations. Evidentemente somos más ágiles que en el original por el mero hecho de poder disparar mientras nos movemos: un solo movimiento que rompe cadenas. Encontramos habitualmente más enemigos en pantalla, aunque en cantidad justa.
El primer enfrentamiento en el pueblo confirma esas sensaciones, que se extienden al resto de la aventura. No exageramos al calificarlo como la mejor acción vista en la vertiente moderna de la saga, y una de las mejores del third person shooter en los últimos años. El bucle jugable funciona como un reloj suizo en esa mezcla entre tradición y modernidad. El cuerpo a cuerpo añade nuevas mecánicas que harán las delicias de los fans. Con el botón L1 podemos ejecutar un parry en el momento anterior a recibir el impacto de un arma de filo, lo que permite combinaciones para asestar golpes sin gastar munición. De nuevo, cada bala cuenta.
Siguen las plagas y las variantes habituales de los enemigos, a los que se añaden estrenos interesantes que dan sentido a algunas mecánicas introducidas en el remake. Leon puede agacharse. Tal cual. Lo que parece un movimiento baladí cambia algunas reglas no escritas en la saga. En cuanto a su influencia en los enemigos, podemos evitar las hachas y proyectiles dirigidos hacia nosotros con un simple botón, además de otros movimientos de ciertos rivales de los que no podemos hablar en estos momentos. También aporta toques de sigilo. Algunas veces podemos adelantarnos a un conflicto acuchillando a un enemigo por la espalda. Debes tener cuidado, ya que los cuchillos se rompen… incluso el predeterminado. Os adelantamos una cosa: vas a necesitar algo más que apretar el gatillo.
Una de las novedades que le sientan realmente bien es que todas las zonas de un mismo escenario están interconectadas para que puedas navegar por ellas en tiempo real. De hecho, algunas situaciones de trámite se han reimaginado para dar más consistencia al desarrollo. Todo lo relevante se mantiene prácticamente en su sitio, pero algunos momentos flojos se introducen desde otra perspectiva en donde prima la acción y el buen hacer. El más beneficiado es el Castillo. Sin entrar en revelaciones concretas, encontramos más puzles y más situaciones de combate elegidas con muy buen gusto. Todo ello mientras apuesta por un tono más cercano al terror que conocimos en los orígenes de la saga.
Actividades y el placer de explorar
Esas transiciones a nivel jugable que mencionábamos también cobran más interés a través de las tareas secundarias. Por el camino iremos encontrando carteles que nos advertirán de una recompensa a cambio de completar un desafío determinado. Algunas veces serán tan simples como romper cinco de los míticos medallones azules del Buhonero; otras, en cambio, están ligadas a sesgar la vida de un enemigo especial que merodea por ciertas zonas. La exploración añade un nuevo nivel. No solo se trata de encontrar recursos y dar con tesoros que vender: también de hacer valer nuestro tiempo con actividades que nos desvían ligeramente del camino en el que somos empujados por la narrativa.
Las recompensas suelen materializarse habitualmente en forma de esquirlas, una moneda especial que acepta el Buhonero a cambio de objetos exclusivos que no se pueden adquirir con pesetas. El mercader ofrece una gama amplia de bonificaciones exclusivas que animan a completar estas actividades. Es un círculo que se retroalimenta de manera constante. Lo mismo ocurre con minijuegos como la galería de tiro, cuya recompensa son monedas de diferente valor que invertir en una máquina de amuletos. Estos pequeños talismanes pueden ser colocados en el maletín, y cada uno influye en la partida con bonificaciones pasivas de todo tipo.
Músculo audiovisual y más allá
Resident Evil 4 Remake en lo visual sigue demostrando que el RE Engine tiene cuerda para rato. Los modelados son fantásticos, especialmente en las secuencias de vídeo. Luis Sera en las distancias cortas impresiona. Sus gestos faciales parecen trasladados de un juego nativo en exclusiva para la nueva generación. Lo que sí nos ha parecido poco efectivo es el cambio al activar el trazado de rayos, que afecta sobre todo a los reflejos. En cuanto a rendimiento, se mantiene estable casi todo el rato. Solo algunas situaciones de estrés con muchos efectos en pantalla lo alejan un poco del objetivo.
El análisis ha sido realizado en la versión para PS5, donde la consola muestra sus capacidades a todos los niveles. Destacamos especialmente la transmisión de lo que sucede en pantalla al DualSense. La retroalimentación háptica traslada con fidelidad pisadas, roturas de elementos del escenario y golpes recibidos que ayudan a conocer nuestra situación en detalle. Los gatillos adaptativos, en cambio, hacen el recorrido al disparar cada tipo de arma. Parece tópico, pero cuando está bien integrado eleva la experiencia a un nivel que no puede alcanzar un mando tradicional.
Querríamos hablar de la historia, jefes y algunos cambios que de nuevo continúan la senda de un remake prácticamente intachable; no queremos destapar las sorpresas que os encontraréis una vez salga a la venta. Pesan algunas ausencias una vez completas la primera partida. Afortunadamente hay motivos de sobra para poder continuar revisitando el juego con nuevas armas, aspectos y demás. La primera vuelta nos duró 17 horas, dejándonos tareas y secretos por el camino. Exprimir el juego una y otra vez con el aprendizaje de cada ruta es uno de sus grandes atractivos después de completarlo.
Este análisis ha sido realizado en PlayStation 5 mediante una copia cedida por PLAION