Gris es el primer juego del estudio barcelonés Nomada Studio. Desde hace días, ojeando la prensa de nuestro país e internacional, hemos comprobado que el juego ha sido ensalzado sobre todo por su calidad artística. Ya sea en el aspecto puramente visual o en el apartado sonoro, no cabe ninguna duda de que el título que nos atañe es una delicia para los sentidos. Sin embargo, desde 33bits queremos enfocar Gris desde una perspectiva inversa a la que hemos estado viendo. Y es que el juego de Nomada Studio es tremendamente divertido y tiene unas mecánicas tan imaginativas y originales que pensamos que hay que darle el merecido peso a este aspecto y dejar el apartado artístico para el final, que es como decimos lo que se ha publicitado hasta la saciedad en los días previos a su lanzamiento y de lo que más se ha hablado en los análisis que han visto la luz hasta ahora. Hemos jugado a la versión para Nintendo Switch, con la que hemos podido realizar el siguiente texto.

Cuando uno contempla imágenes del juego, el tráiler de lanzamiento o incluso durante los primeros compases a los mandos, el lector o videojugador puede tener la falsa idea de que Gris es un juego eminentemente contemplativo. No lo es. Sus bases jugables son tan sólidas que queremos destacar desde aquí este aspecto.

Si bien es cierto que en los primeros minutos nuestro repertorio de movimientos y situaciones jugables están muy limitadas, a lo largo del juego van aumentando paulatinamente hasta dejar totalmente satisfecho a cualquiera que se haya acercado al título con cierto temor por encontrarse algo con poca interactividad. Nos encontramos aquí con un problema: no queremos desvelar las mecánicas convirtiendo el análisis en una descripción de la propuesta de Nomada Studio, porque creemos que el descubrirlas poco a poco es parte de la gracia de Gris. No obstante, queremos que el lector entienda que el repertorio jugable engancha porque cambia constantemente con ideas, situaciones y movimientos nuevos que provocarán que continuemos pegados a la pantalla hasta dar por concluida la aventura.

Basta decir que algunas de las propuestas nos sitúan ante obstáculos que juegan con la luz y la oscuridad, con la perspectiva, con el agua y con ciertas físicas. Gris es un juego que aparentemente esconde un mapeado enorme, pero que sorprenderá al jugador poco a poco cuando vaya descubriendo que las cosas no son lo que parecen. No ofrece -salvo en contadas ocasiones- la posibilidad de que nos perdamos en él, ni tampoco un reto considerable, ni una narrativa profunda, pero se disfruta de principio a fin como un producto bastante redondo en todos los sentidos.

Podría haberle sentado mejor algo más de reto, un diseño de niveles más intrincado que nos obligase a explorar y volver sobre nuestros pasos, pero en nuestra opinión esto no casaría con lo que se trata de transmitir con el conjunto. Si diseccionamos cada una de sus partes, nos encontramos con piezas verdaderamente geniales y otras como decimos mejorables, pero el global funciona a la perfección y sería injusto considerarlo por apartados.

La sensación final es que cuanto más jugamos y avanzamos, más satisfactorio y divertido resulta controlar a la protagonista y atravesar el escenario con las originales propuestas que se van sucediendo. La base es magnífica y el único pero que le podemos poner de verdad, es que cuando mejor lo estamos pasando y más estamos disfrutando, se acaba… No lo hace de forma abrupta, pero la progresión ha sido tan satisfactoria hasta ese punto, que deja sin ningún tipo de dudas con ganas de más. El juego es corto, pero llena y deja con un buen sabor de boca al final.

La narrativa es sutil y deja gran parte a la interpretación del jugador, existiendo una temática central bastante clara, la mujer. En el mundo de Gris, todo parece girar alrededor de ellas. Desde la protagonista, hasta las descomunales estatuas que podemos observar en los escenarios y que en ocasiones, serán las que nos concedan el don de una nueva habilidad y pinten de colores el mundo monocromático inicial -de ahí el título-. Existe un sufrimiento palpable en ellas. De nosotros, como decimos, depende darle un sentido u otro y tratar de buscarle la profundidad.

Una vez aclarado que Gris tiene una base jugable de mucha calidad, que dosifica además de forma muy inteligente para no caer en la monotonía, ofreciendo novedades de modo constante y que aunque su apartado artístico no fuese la maravilla que es seguiría siendo un juego destacable, vamos ahora sí a centrarnos en su diseño visual y apartado sonoro.

Conrad Roset es el encargado de dar color a Gris. Quien pinta con su acuarela los entornos y diseña las figuras de las mujeres. De hecho, en sus propias palabras y cuando nos informamos sobre su trayectoria como artista (alejada hasta ahora del videojuego) nos encontramos con declaraciones como esta: «busco la belleza que desprende el cuerpo, me gusta dibujar la figura femenina». Lo cierto es que el juego transmite, siendo un logro considerable enlazar la obra de un artista ajeno a este ocio con la intención narrativa y audiovisual que se pretende desde la dirección del mismo.

Gris es un auténtico espectáculo para los sentidos. Es sin ninguna lugar a la duda, uno de los juegos más bellos que hemos jugado nunca. Y decimos para los sentidos porque el apartado sonoro no le va a la zaga al visual, siendo la banda también catalana Berlinist la encargada de poner el tono adecuado a la aventura. El conjunto es memorable, y aunque la mayor parte del tiempo lo hemos jugado en el modo portátil, bien merece que intentemos hacerlo en una pantalla grande y con cascos para disfrutar de todo su esplendor.

En definitiva, Gris se sostiene como juego en sí mismo y mucho más allá de su envoltorio. Resulta divertido, atrapa al jugador de forma irremediable, propone puzles y situaciones jugables muy originales. Supone un constante avance a lo largo de la partida tanto en lo jugable, como en lo visual y sonoro. Un ejemplo de cómo irrumpir en el mundo de los videojuegos por la puerta grande, cuyo único «pecado» es no durar algo más, ya que deja con ganas de seguir descubriendo más escenarios, nuevos puzles, habilidades y colores.