Muchos de vosotros estaréis familiarizados con la mitología nórdica y, en concreto, con el Valhalla. Lo que quizá no todos sabíais es que las pelotas tienen el suyo propio -denominado Ballhalla como no podía ser de otro modo-, y que llegar al mismo está lejos de ser un viaje de placer. En Road to Ballhalla acompañaremos a una de estas pelotas en su camino a este singular lugar, por cortesía del estudio Torched Hill.

Road to Ballhalla nos presenta un juego de puzles con algo de plataformeo y un fuerte componente rítmico mediante la banda sonora que el mismo incluye, todo ello desde una perspectiva a medio camino entre cenital e isométrica. En él tomamos el control de una de estas pelotas, personalizable en cuanto a color y la estela que dejamos al avanzar, mientras sorteamos los obstáculos que en nuestro camino encontraremos. Por ejemplo, las baldosas rojas nos restan vida cuando están iluminadas, o los rayos láser nos destruyen con el mero contacto.

Visualmente se trata de un juego simplemente correcto, con algún que otro efecto resultón, pero sin demasiados alardes, algo comprensible si tenemos en cuenta que Torched Hill es un estudio compuesto únicamente por una sola persona.


A medida que vaya avanzando el juego, se irán sumando al mismo nuevas mecánicas y obstáculos que le dan bastante variedad a su desarrollo. Mención especial en este apartado merecen varios niveles que juegan con la perspectiva manteniendo el control, por lo que se hace especialmente útil jugar en modo portátil con los joycons desacoplados para poder mover y orientar libremente la pantalla. Desafortunadamente, hacia el final del mismo veremos como esta tendencia se diluye y se cae en algo de repetitividad en este sentido.

En este singular viaje no estaremos solos, sino que alguien nos irá guiando dejándonos mensajes en la superficie de los diferentes niveles. Estos mensajes están perfectamente integrados con cada escenario y en ocasiones nos proporcionarán, haciendo gala de un humor bastante particular, pistas a la hora de superar algunos puzles. Eso sí, el juego se encuentra completamente en inglés, lo que puede hacer que muchos de estos chistes y gags -como alguna referencia a Regreso al Futuro- que nos irá dejando nuestro particular guía quedarán sin ser entendidos si el jugador no tiene un nivel básico en este idioma.

El juego consta inicialmente de 20 niveles, por lo que en sí no es excesivamente largo -conseguir llegar al Balhalla se puede hacer, sin muchas prisas, en apenas 5-7 horas-, aunque tras alcanzar el final se abren una serie de niveles adicionales que se desbloquean mediante las estrellas obtenidas al superar cada uno de los niveles que componen el juego en un determinado tiempo, como si de un modo contrarreloj se tratase. De esta forma, la duración del juego se nos puede disparar, sobre todo porque para superar cada nivel al 100% hay que recoger todas las esferas amarillas del mismo mientras evitamos morir más de 5 veces. Y creedme, morir está tan a la orden del día en este juego como si de una entrega de Dark Souls estuviésemos hablando.

La muerte supone volver al último punto de control que hayamos atravesado, de los múltiples que hay distribuidos en cada fase. Es de agradecer que el tiempo de carga mientras volvemos a ese último punto de control es prácticamente nulo, de tal modo que el poder continuar rápidamente hace que aquellas secciones en las que morimos varias veces sean mucho más llevaderas.

Afortunadamente el control de nuestra pelota está francamente conseguido y el movimiento de la misma es realmente fluido. Además y para hacer el reto algo más complicado, nuestra pelota tiene algo de inercia -nada excesivo, todo sea dicho- lo cual hace que tengamos que hilar muy fino en determinadas secciones del juego para evitar morir ante un descuido. Gracias a esto, en todo momento tendremos una sensación de control total sobre nuestro protagonista.

Road to Ballhalla es, por tanto, una propuesta muy interesante que aúna elementos de varios géneros bastante dispares y bebiendo de clásicos como Marble Madness. El juego no inventa la rueda, pero ofrece un conjunto bastante sólido y un desafío suficiente como para justificar su compra. Eso sí, tened en cuenta que el juego no cuenta con traducción al castellano, por lo que aunque los textos y conversaciones con nuestro guía no sean fundamentales para terminar el juego, sí nos perdemos ese toque de humor tan peculiar mencionado anteriomente.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por tinyBuild