No es el héroe que queremos, pero si el que necesitamos

Ah, Bubsy, el adorable lince de la desaparecida Accolade… uno de los iconos tapados de la historia del videojuego y de la cultura pop en general. Una serie de factores externos, que van desde la manipulación de las malditas revistas de la época, hasta el Grupo Bilderberg, pasando por los (falsos) Anunakis o las ligas del Barsa en Tenerife, han trabajado para ocultar su carisma, su calidad, y su merecido lugar en el olimpo de la meritocracia humana. Por suerte, en 33bits no nos plegamos a los designios de los poderosos, de los que cambian, cortan y borran la historia, de los que intentan codificar nuestro lenguaje con dos letras secretas del abecedario. No, nosotros no somos parte de la ‘lalilulelo’ y esta entrada lo demuestra y lo seguirá demostrando hasta que veamos los temidos helicópteros negros en las ventanas de nuestra redacción.

Venga, un poco de historia: todo comienza en 1993 con Bubsy in: Claws Encounters of the Furred Kind, un juego que venía rompiendo bien fuerte, con un protagonista con un carisma muy difícil de igualar, y con un juego que combinaba formas de las saga Mario y Sonic ¡Craso Error! Porque gracias a él no tenías que comprarte juegos de las otras marcas exclusivas que no solo vendían sus mascotas ¡Vendían sus máquinas propias! La Accolade System Power no salió adelante, y por eso, Bubsy fue multiplataforma. Con su calidad y sus niveles que te duraban nueve o diez minutos, las grandes comprendieron que iban a perder cuota de mercado, se asustaron…. Y todos recordamos a Bubsy en el Wild West Americano, en los bosques profundos, o el parque de atracciones con sus salchichas fálicas. Sí, teníamos a una estrella.

Pero el verdadero talento cuesta aflorar en este mundo -que se lo digan a Nikola Tesla-, pero, aún con el boicot en la sombra, surgió una segunda parte en 1994 que pulía el diamante. Sea en niveles egipcios, sea en otros alienígenas, buceando con una escafandra o usando una nave espacial, siempre persiguiendo los omnipresentes ovillos de lana, y luchando contra los terriblemente inspirados alienígenas que habían venido a la tierra a robarle ese sagrado producto de las ovejas a nuestro lince intrépido.

Así fue la gran calidad del juego, y así fue la maldita envidia

Pero si hay que moverse hacia la teoría de la conspiración, el sabotaje y la injusticia, ahí está el gran Bubsy 3D, en los difíciles tiempos en los que Nintendo, SEGA y hasta Sony, también querían lanzar sus juegos de plataformas usando polígonos ¿Iba a permitir Nintendo que algo le hiciese sombra a su Mario 64? ¿SEGA dejando que su futuro y exitoso Sonic X-treme tuviera competencia?¿Incluso Sony con su nueva y también exitosa mascota en Jumping Flash? La realidad es que un juego que iba a MACHACAR a todo lo comentado, y lo siguiente por llegar, se ve retrasado hasta 1997, pero igualmente, poseyendo una calidad a prueba de bombas, y siendo de los pocos juegos de finales de los 90 que mostraban un paso de las 2D a las 3D que todos necesitábamos. Tuvimos que esperar a cosas como Dragon Quest VIII o Zelda: The Wind Walker para ver representados mundos coloridos y creíbles que transmitían el bitmap anterior, salvo los pocos que nos libramos del sistema y pudimos jugar a esta maravilla.

Por supuesto, el engaño y el boicot hundían sus raíces bien hondo. Viajamos atrás en el tiempo en este reportaje prohibido para hablar del Bubsy in: Fractured Furry Tales, lanzado en diciembre de 1994 en otra víctima de la telaraña de los poderosos, la Atari Jaguar. Porque una consola de 64 bits, que MACHACABA a los 32 de Saturn o Playstation, y que hacía sombra en ese número a la de Nintendo en las revistas ¿Qué posibilidades tenía de crecer y prosperar? ¿Y qué iba a ser de su Bubsy? Esta imagen de abajo, habla por sí sola.

Vaaaaaaaaaaaale, no luce mal, pero no olvidarse del boicot y el complot sistemático y continuado

Tenemos que continuar el camino de la tristeza, hasta que un rayo de esperanza surge el 31 de octubre de 2017 con Bubsy: The Woolies Strike Back, otra «masterpiece», otro pináculo no solo como videojuego en sí, sino en el diseño visual, conceptual y plástico, pero ¡AY! ¡AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY! Porque……….Nintendo había lanzado el 27 de ese mismo mes su Super Mario Odyssey, para su nueva consola que no sabe si ser sobremesa limitada, o portátil de batería horrible llamada Switch, un fracaso que todos sabíamos que no iba a vender un churro. Bah, los tentáculos del poder hicieron acto de aparición, así que ¿Quién recuerda qué juego a finales de aquel año y en el momento presente de leer esta líneas? Parafraseando al cronista de Conan (1982) «Sí, aquel fue un día de tristeza«

George Soros se aburrió de Ucrania y se volcó contra este juego

Pero estamos en un nuevo mundo, porque Trump o Erdogan están consolidando su poder; el Brexit por fin se va haciendo realidad; Youtube ofrece mejores y más abiertas políticas; las series Marvel-Netflix tienen mejor futuro que nunca; en Canadá por fin se están aboliendo esas obsoletas leyes sobre no golpear ni exterminar focas. Pues en este nuevo marco aperturista salta el NOTICIÓN de una nueva entrega de un animal que en nuestro país amamos todavía más por nuestros motivos foráneos, Bubsy: Pawns of Fire, una nueva entrega de una saga maltratada, que ofrece novedades tan demandadas como la alianza de Bubsy con sus otrora enemigos, los woolies, en lo que parece una resurrección no solo de conceptos, sino una revitalización de carisma y posicionamiento del lugar del que nuestro lince jamás debió salir.

Esto no es una simple crónica, no es un publireportaje tipo «El Pozo» (todos los comentarios del espectro  ¿Y que habéis hecho con la pasta? serán vetados), no. Esto… es un canto a romper nuestras cadenas. ¿Elegimos lo que la industria y los poderes fácticos nos tienen diseñado o hacemos como William Wallace y gritamos…?