Si empiezo presentando a Lone Fungus simplemente como «otro metroidvania de calidad más» diría que no le hago la justicia que se le debe en tan escueta introducción, aunque sea bien cierta. El dulcísimo momento que vivimos, la segunda juventud de los juegos 2D de gráficos hechos a mano en juegos de acción y plataformas, reforzada por la manera de ofrecer algo más, en la progresión, en el backtracking, en la mejoría de los personajes, en la exploración más disfrutona… tienen un nuevo representante de calidad, al que ha dado forma durante más de tres años un único responsable.

Pues el resumen rápido que ese creador completo da es ‘una mezcla entre Hollow Knight y Celeste‘. O sea, combate y sobre todo, muchas plataformas y saltos ¡Muchísimo plataformeo de calidad!

¡Somos la gran esperanza de los champiñones, aupa!

Firmando como Basti, con una compañía de juegos unipersonal, Basti Games, este desarrollador sueco ha hecho como tantos otros ‘colonos’ y ha intentado materializar su sueño de crear un videojuego, gracias al apoyo de Kickstarter. Y si con los recientes Vernal Edge y 9 Years of Shadows he hablado de cantidades muy contenidas para la calidad que ambos títulos lograron, aquí vamos aún más bajo. Con 305.048 coronas suecas recaudadas, menos de veintisiete mil euros, el trabajo y la calidad van totalmente a la contra del coste.

Bien es cierto que aquí la factura técnica es más modesta que en esos dos y otros numerosos ejemplos que tanto se pasean por nuestra casa, aunque encontraremos un apartado visual muy bien resuelto, trabajado y consistente. El mismo Basti lo apuntalará ocupándose de hacer unas músicas que van desde lo resultón y ambiental, a temas de esos de runrunearnos en el coco, y un apartado sonoro muy simpático y hasta adecuado a nuestra misión: somos el último hongo de los reinos subterráneos, la figura capital de los pueblos champiñones, preparada y esperada largo tiempo para restaurar la gloria fúngica y devolver a nuestra gente a su esplendor ancestral.

Solo en inglés, por ahora. Narrativa sencilla pero funcional, y gotitas de humor también.

Sin grandes presentaciones, siquiera ilustraciones estáticas con efectos, empieza nuestra misión que por la misma y la ambientación en ese desolado y solitario escenario inicial va directo a recordarnos a la obra maestra de Team Cherry, con esa posible ironía de ver este Lone Fungus un poco antes -o eso esperamos- que el tan esperado Silksong.

El combate aquí es más sencillo, eso sí. Tenemos amuletos y huecos, deberemos ir encontrando más de ambos, viendo cual puede ser la build que mejor se adapta a nosotros y al momento que nos puede tocar afrontar. Pero no hay grandes cantidades de movimientos ni combinaciones, y aún así, tenemos un parry.

Empiezo aclarando algo muy importante: el parry por defecto tiene una reacción un poquito diferente de lo que acostumbramos en todo tipo de juegos. Solemos pulsar el botón adecuado justito cuando estamos recibiendo el ataque. Aquí al pulsar el botón B/círculo, iluminamos el sombrero de nuestro champiñón, y mientras dure ese brillo -poco- parrearemos cualquier ataque del juego. Ah, pero si es un enemigo que corre directo hacia nosotros le haremos el parry, pero igualmente nos golpeará porque sigue hacia nuestra dirección. Es más útil contra los numerosos proyectiles enemigos, pudiendo hacer el parry también en el aire. Deflectamos los proyectiles en diagonal en la dirección en la que estamos mirando. Y ademas, tenemos solo parrys limitados que requieren de tiempo de recuperación cuando los hagamos con éxito. Muy curioso para un juego con un sistema de combate y progresión del mismo sencillos ¿Verdad?

Bueno, voy a dar quizás una buena noticia a mucha gente:

¡Si! Pero… tenedlo a mano… por si acaso…

Dejo claro que la curva de dificultad y progresión del juego es maravillosa. El parry es un añadido más que sin duda será de gran utilidad, pero no necesitaremos dominarlo de forma inevitable como en GRIME, por ejemplo. Y además tenemos diferentes sombreros que modificarán nuestra guardia, relacionada precisamente con el parry: brillo más prolongado, poder hacer solo uno cada vez pero con un cooldown muchísimo más rápido, que sea automático pero solo una vez y ese cooldown muy lento…

Lone Fungus se presenta a primera vista como un juego simpático, y esa vertiente plataformera puede hacer que jugadores poco duchos sientan respeto. Pero este juego está hecho para todo el mundo, ya no solo por tener diferentes niveles de dificultad, sino que presenta un modo de dificultad ‘customizable’ que permite jugar tanto con el desafío plataformero -se puede reducir haciendo aparecer plataformas adicionales-, la ventana y timing del parry, que los secretos que nos dejamos aparezcan resaltados... Si Lone Fungus te llama la atención pero dudas ¡No lo hagas!

Y eso que ahora toca hablar de la parte más jugosa y trabajada: las plataformas. Lone Fungus es un canto de amor al salto, al timing, a los reflejos y al cálculo. En nuestros primeros compases vemos lo importante que es la estocada hacia abajo, en enemigos o pinchos, como forma de impulsarnos o avance. Este ‘pogo’ se irá combinando con hechizos que permiten ser tanto ofensivos como herramientas para usar creativamente. Oh, claro que llegarán más habilidades, el dash se presenta en dos variables encima. Y esa creatividad y precisión para combinarlas contrastan con la accesibilidad y la curva de progreso y dificultad tan bien trazada que el juego ofrece.

Con limitaciones incluso. Aquí sin poder usar hechizos, en otros sin dash u otras habilidades.

Si cojo algunos desafíos y la forma tan curiosa de combinar recursos y reflejos para superarlos, también me viene a la cabeza nuestro patrio Aeterna Noctis. Solo que Lone Fungus ya digo que busca adaptarse a todo tipo de jugadores también durante el juego.

En los monolitos donde salvamos partida y dibujamos el mapa que hayamos explorado antes de tocarlos tenemos tutoriales para las habilidades y movimientos que vamos adquiriendo para el mando, quedando a nuestra discreción el aprender a manejarlos con los elementos del escenario y los hechizos. Podemos volver a esos tutoriales siempre que queramos.

Luego durante el juego, priman enormemente las plataformas como he estado diciendo, pero las partes más enrevesadas son opcionales, para conseguir ‘mentesetas’, mariquitas -los insectos a topitos digo-, alguna reliquia o chuchería especial, pero sobre todo, los fragmentos de cristal, en salas independientes donde se nos impondrá alguna limitación. Fallaremos y fallaremos y fallaremos muchísimas veces, pero no moriremos casi nunca por esos numerosísimos fallos, al menos en el nivel normal.

Porque mientras recorremos los reinos el sistema de recarga de vida -igual que en HK, cambiando magia por vida-, los amuletos, los ítems que sueltan los enemigos, o que hay obstáculos que no nos dañan pero simplemente nos hacen empezar el recorrido, hacen que tus numerosos fallos de reflejos y timing no se paguen cruelmente. Y cuando conquistas las adversidades, especialmente esas salas independientes, a veces en simples segundos, a veces tras decenas de intentos ¡Te sientes un Dios de las Plataformas!

Un mapa no solo grande ¡Llenito de cosas por hacer y coger!

Es una sensación formidable que acompaña a un gameplay medido y tremendamente satisfactorio. Tendremos diez escenarios, diez reinos, diez hechizos para restaurar a los diez pueblos champiñones. Pero la creatividad y asociación entre habilidades y otros elementos del juego es tal que podemos terminar el juego de forma alternativa sin pasar por todo eso, si somos lo bastante hábiles e ingeniosos para ganárnoslo.

Lone Fungus quiere coger peces de todos los caladeros, y si tienes una muñeca de acero y eres capaz de ver hasta los fotones de luz y reaccionar a ellos, aquí también tendrás tu buena ración de desafíos. Yo confieso que cuando ya tienes todas las habilidades, ocupando los botones del mando, debiendo saber ya no solo cuál pulsar, sino la manera más adecuada de hacerlo, en simples centésimas de segundo, me he vuelto algo loco.

Haremos hincar la rodilla -metafóricamente- hasta a los enemigos más sobrecogedores.

Pero me ha dado igual, me he sorprendido a mí mismo conquistando salas y trazados a una velocidad absurda, encadenando todo tipo de acciones; he superado obstáculos por micras que quizás aún no debería poder haber conquistado con las pocas habilidades y hechizos que tenía en ese momento, simplemente por saber combinar y calcular; y me he zurrado con unos jefes muy chulos, a veces resolviendo más rápido, otras en más intentos y sufrimientos, pero siempre dejándome buen gusto en el paladar.

El remate de la obra viene con un backtracking delicioso. Hay cantidades y cantidades de cosas a encontrar, tendremos un buen número de horas de saltos, luchas y descubrimientos. Explorar y ser recompensados por ello es casi tan estimulante como dominar sus aviesos obstáculos y pérfidas plataformas.

Lone Fungus ha sido una sorpresa genial. Y me estaré viniendo arriba, pero creo que bien puede ser uno de los juegos más a considerar de este año.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por Basti Games